Adiós al hermano mayor Odón.

Ing. Jorge de Buen Lozano.

17 de enero de 1983

 

Odón, mi admirado hermano mayor murió el domingo 19 de diciembre de 1982 a las 4 y 20 de la mañana. Acababa de cumplir sesenta años el 6 de octubre. ¡Gran reunión en su casa de los parientes y amigos más cercanos! Llegué, llegué, decía con su vital entusiasmo que toda la vida lo acompañó, como presintiendo, contra toda posibilidad que los que lo conocíamos nunca nos dio chance de suponer, como presintiendo que poco tiempo después se nos iría!

Él insistió en que quería festejar su llegada a los sesenta años. Odón estaba, como todas sus vidas, en plena actividad, trabajando a tiempo completo en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de México de la que fue alumno entre 1941 y 1945. Dando siempre toda su responsabilidad y transportando a su alrededor un ambiente de cariño, respeto y admiración que frecuentemente rayó en esa fidelidad del amigo o del subordinado que es más fue que las ligas de familia, o que tiene otro sentido de la fortaleza y que deja huellas profundas entre quienes se forja. Ese ambiente, ya desaparecido Odón, perdurará como su magnetismo personal en quienes tuvimos el privilegio de sentirlo, mientras nosotros vivamos. Hasta sus últimos días siempre entregado con pasión y amor a su obra técnica, social, administrativa y humana. Entregado plenamente, en los ratos libres que les robaba a sus responsabilidades que siempre quiso asumir, a su esposa Cuca a la que adoraba e hijos Patricia Paz, Odón Demófilo, Pablo Roberto, Luis Eduardo y Ricardo. 

Siempre, hasta el último momento de su vida, fuerte, muy firme en sus ideas, en su moral personal y en sus actos privados y públicos. Trabajador noble e infatigable, político sólido, incorruptible, agresivo al defender sus ideas, fiel a las instituciones por las que le tocó trabajar con todas sus capacidades desplegadas durante toda su vida, diplomático cuando era necesario, pero sin detenerse a criticar decisiones o ideas que no le parecían bien.

 Siempre para bien de los resultados que entregaba a la sociedad para mal de su salud física que se fue minando sin que nos diéramos cuenta, en primera fila reforzando su afán, su prisa de crear, aconsejar, enseñar, criticar, dar el ejemplo de impulso y de alegría. Mi hermano Odón nunca fue un pesimista. Nunca descanso su mente creativa. Intensa su juventud como estudiante, como político antifascista y promotor de bienestar social, como creador. El fue el alma de la Federación Universitaria Escolar de España en México (FUEDEM), una de las instituciones juveniles de los hijos de refugiados españoles que estudiaban en las escuelas fundadas por la pléyade de profesores que llegaron con la emigración republicana española, a la que todos nosotros nos cupo el orgullo de pertenecer: Instituto Luis Vives, Colegio Madrid, Academia Hispano-mexicana y la querida UNAM.

Presidió esta actividad juvenil el sentido culto de la nacionalidad española que desterrada y trasplantada a este México querido, se pronunció contra el fascismo español y universal que desgraciadamente todavía a la teche está vigente. En hermandad juvenil y política aquellos jóvenes éramos políticos en el buen sentido de la palabra; se desarrollaron múltiples actividades antifascistas, deportivas, artísticas y culturales.

Muchos años, los más creativos, fue Odón el máximo dirigente de Federación de Futbol de España en México, en donde jugaron jóvenes mexicanos y españoles hermanados en un impulso deportivo y en una simpatía natural que se fue forjando desde entonces, para ser norma de toda la vida. Además, Odón manejaba como capitán el equipo  Madrid, que en los terrenos del Chivatito (Anzures) jugó muchos domingos buscando el triunfo. ¡Cuántos jóvenes de entonces, hoy trabajadores y profesionistas de prestigio, convivieron en aquellos partidos! ¡Hay en mi archivo y en el de Odón películas y fotografías de aquellos lindos tiempos! Fernando y Eugenio Sixto, Salvador Armendares, Roberto Brown, Jacinto Viqueira, mi hermano mayor también Néstor, José Luis e Ignacio Alegría, Julio Cervantes, los hermanos Bolaños, Redondo, Ugena y yo de comodín, que jugábamos con entusiasmo y pasión, el más Odón, por los colores de nuestro equipo. 

Durante seis o siete años creativos dirigió Odón El Tinglado, grupo artístico de teatro que representaba con mucho éxito en escenarios que con inigualado entusiasmo improvisábamos con mesas que amarrábamos muy divertidos de las patas, en el vestíbulo del Instituto Luis Vives, allá en Sadí Carnot y Gómez Farías, en el todavía existente Teatro de los Telefonistas de Villalongin, en algunas ferias del libro organizadas por los intelectuales mexicanos y españoles al alimón en rededor del Monumento a la Revolución, en los Cines México y Del Prado en matinés y una solemne vez en 1947, como comparsas de artistas profesionales también refugiados, en el cuatrocientos aniversario del nacimiento de Cervantes en Bellas Artes, con la presencia estimulante del Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, entonces Miguel Alemán. En el Tinglado actuamos Rosa María, las hermanas Rangel, las hermanas Aub, hijas del escritor y hombre de bien Max Aub, Aurora Molina hoy consagrada actualmente como actriz de primera, Luis Tirado respetado ingeniero del sector eléctrico ya jubilado, Paz nuestra hermana hoy médica y consejera de varias generaciones de peralvillenses, Néstor el potentado doctor y maestro de maestros en la difícil profesión legal y yo apasionado trabajador del sector eléctrico, ya jubilado.

Todavía recuerdo a Odón, solo en el escenario del Cine México, a lleno completo, recitando con toda su gracia aquella poesía, que no recuerdo su autor: "En Jaén donde resido, vive don López de Sosa, y diréte Inés la cosa más…”

¡Cautivaba el Odón a su público!

En noviembre de 195l, en octubre de 1952 y en julio de 1953 me tocó colaborar con Odón en la organización de los Juegos Juveniles por la Paz en los que jóvenes mexicanos y españoles competíamos en atletismo, futbol, volibol y algo de ciclismo. Yo llegué tercero en la carrera ciclista entre Tlalnepantla y Cuautitlán. Había comprado mi bicicleta tres días antes de la competencia. Fuimos tres competidores. El tres es mi número favorito. Tengo películas de estas actividades en las que vemos a Odón haciéndola de todo, competidor y organizador.

¡Siempre inquieto, viviendo con pasión cada momento de su vida! Ahora, a vuelamáquina, recuerdo que en 1942 se juntaron el primo Sadí ahora doctor investigador, y mis hermanos Odón y Néstor para hacer un mural de homenaje a Cristóbal Colón en el que unieron sus dotes de dibujantes, prosistas y poetas. Todavía lo conserva Paz en su casa.

¡Siempre en comunicación con los demás para dar algo para ellos y tomas algo de ellos! Además de todo este sinnúmero de actividades el Odón se dio tiempo para estudiar su carrera de Ingeniero Mecánico Electricista en la entonces Escuela Nacional de Ingenieros, profesión que también tomó con pasión y en la cual ganó tanto prestigio. Contagiaba su entusiasmo. ¡Y que lo diga yo! Cuando Odón había ya terminado su carrera, en 1947, entraba yo a la misma escuela para estudiar, ¡O, ilusión de juventud!

Ingeniero Aeronáutico. El seguía en su febril y múltiple actividad, ya frenada por obligaciones económicas, dado que nuestro padre Demófilo de Buen Lozano había fallecido el 23 de junio de 1946 y tanto Odón como Néstor empezarán a trabajar para sostener a la familia, dirigida con verdadero esmero, disciplina y verdadera austeridad por nuestra madre Paz. Yo estaba contagiado del entusiasmo total de Odón y desconcertado por la también prematura pérdida de nuestro padre. ¡Me despertaron de mi sueño romántico e ilusorio mis queridos e inolvidables maestros universitarios reprobándome seis veces en cuatro materias del primer año! ¡Ahí se inició mi lucha personal y propia por ser algo en la vida! ¡Ahí inicié mi independencia mental del magnetismo avasallante de mi hermano Odón! Siempre mi actividad profesional y personal tuvo y tendrá el bello ejemplo de mis tres hermanos mayores, muy en especial el de Odón por el paralelismo profesional y de trabajo que nos tocó vivir.

Ya como pasante Odón trabajo un año como topógrafo en la Comisión Federal de Electricidad, azares del destino, en sus primeros pininos como gran electrificador de colonias obreras y/o campesinas, trazando redes de distribución en pequeños poblados de Chiapas, ese increíble y todavía no bien conocido estado de la República Mexicana.

Poco después de la muerte de nuestro padre Odón entró a trabajar al Departamento de Construcción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro S.A., todavía en aquellos años Mexicana Light. Era Superintendente de ese pequeño departamento, que operaba detrás de la Estación de Buenavista de los Ferrocarriles Nacionales de México en la desaparecida Planta de Vapor de Nonoalco, el entonces y a maduro Ing. Jorge Luque Loyola que fue su nervioso, rudo, humano y agresivo maestro de ingeniería práctica de Odón en todo el resto de su vida. ¡Vaya pareja! ¡Cuantos años creativos! ¡Vaya equipo que se formó junto con hombres como Ruvalcaba, la señora Smith, hicieron una Gerencia de Construcción agresiva, creativa y siempre creciente., De ellos han salido ingenieros de la talla de Jorge Arzate T, Enrique Villanueva, Antony y Keneth Smith, Mardoqueo Staropolsky, Enrique López Patiño, Oliver, Felipe Curcó y otros muchos que son orgullo de la ingeniería.

Trabajó jornadas interminables en la tercera unidad de la Planta Hidroeléctrica de

Tepuxtepec, Michoacán, que fue su brillante tesis profesional, documento que él no quiso dejar de entregar sus primeras experiencias como constructor y que está lleno de información técnico-administrativa de construcción y que hizo época en su tiempo.

Conoció en aquellos tiempos, en un Congreso antifascista por la Paz a Ruth Rodríguez Martínez, ciudadana norteamericana oriunda de Santa Fe, Nuevo México que formaría con él ejemplar y sólido hogar con sólidos hijos. ¡Que celos tenía mi cuñada Cuca de Tepuxtepec! Ella vivía en San Francisco y fijada la fecha de la boda se trasladó a su tierra Santa Fe, para celebrarla ahí. En cierto modo, en aquellos años era más fácil que los novios se casaran a medio camino entre sus lugares habituales de residencia. Pero no se les hizo. Odón no pudo ir porque don Jorge Luque y la tercera unidad de Tepuxtepec no lo soltaban. Plenamente enamorado de su Cuca, no concebía casarse con ella si no cumplía también con su otro amor, ya inscrito en su corazón con letras de esfuerzo físico y mental; la ingeniería mecánica eléctrica al servicio de México. Empezaba su entrega total a su patria mexicana que tanto amó.

Cuca tuvo que emigrar de nuevo a San Francisco, ya enojada con aquel novio hispano mexicano que no llegaba. Odón, siempre en lucha por causas difíciles, la alcanzó, la reconvenció y se casaron un 8 de abril de 1951 en Berkley, California. Fue toda su vida fiel a sus dos amores.

Una anécdota personal que retrata esa fidelidad de Odón. Se conocieron en un fugaz encuentro de una semana. Se entregaron sus domicilios al son de la canción: "Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero”. Se cruzaron las primeras cartas en el aire. Ella volvió a México a reafirmar el noviazgo con previo aviso y acompañada de dos amigas suyas que venían a "cuidarla". ¡No señores! ¡Estaba muy ocupado con su otro amor, también legal! Yo, Jorge de Buen Lozano tuve que sustituir a mi hermano como chaperón de la novia y sus amigas porque el Odón estaba metido en su trabajo de Tepuxtepec y no había podido llegar a tiempo. Todavía recuerdo con agrado que los llevé a cenar, ellas pagaron, seguramente, al Café de Tacuba.

Siguió su carrera de creador en la planta hidroeléctrica de Patla que se alimenta del desfogue de Necaxa y Tepexic, viviendo en la bella mesa de Necaxa con sus tres primeros hijos.

En alguna de las visitas que les hice con mi primer automóvil, un Ford 1947 que me duró 8 años, yendo Odón, Néstor y su esposa y yo, a las afueras de Pachuca, asesiné a un burro que se nos atravesó. Tuve oportunidad inolvidable de pasar en un ambiente juvenil sano y cordial, algunas fiestas y posadas de fin de año. Lugar magnético y señorial. No faltaron en esa fiesta las bien cantadas canciones de Odón, acompañado a la guitarra por el Dr. Gutiérrez alma buena y positiva.

Siguió Lechería, ¿o fue antes?, con sus incansables jornadas de tempo extra que dejaban a Cuca solitaria en su departamentito, asustada todavía en tierra extraña y con su primera hija. Planta termoeléctrica hoy Jorge Luque, quien llegaba en su avioneta a revisar la obra, primera planta de este tipo en México y en Latinoamérica.

Fue junto con Jorge Luque Noyola, después él solo ayudado por Jorge Arzate y otros, el hacedor de las electrificaciones de las inmensas colonias proletarias, enormes concentraciones de campesinos emigrados del campo a la gran ciudad, y que resultaban un problema sin posible solución para la empresa extranjera, que pedía auxilio a los granaderos para ir en verdaderas safaris de caza agresivas a retirar líneas de fraude, que invadían como maraña selvática postes, calles y techos de las casas, algunas de cartón, pocas de ladrillo.

 Alguna vez, como ingeniero de conexiones, se me ordenó llevar personal protegido por granaderos a retirar líneas de fraude. Fue la única orden que pedí mi jefe no hacer. No concebía retirar un servicio público a gentes humildes que lo necesitaban y que nadie se preocupaba por dárselos accesible y menos peligroso. Muchos jóvenes obreros murieron fulminados por instalar sus alambres de fraude. Luque y Odón fueron los que compararon la necesidad de agua, fuente de agua en las plazas de los pueblos del mundo, con la necesidad de energía eléctrica, el transformador fuente a donde los habitantes de las colonias proletarias instalaban sus enormes tableros de interruptores con fusibles y recibían energía eléctrica gratuita con mejor voltaje y mayor seguridad, mientras se normalizaban las instalaciones de postes, transformadores y medidores. ¡Cuántas fotografías de estas obras no tendrá Odón en su archivo! ¡Mudos testigos de una labor-social magnifica!

 Detrás del transformador fuente se desarrolló, ya nacionalizado el sector eléctrico, la electrificación de cientos de miles de servicios de las colonias proletarias. Ciudad Nezahualcóyotl, segunda ciudad de México, actualmente (1983) con más de 300,000 servicios, recibió como primer servicio público la energía eléctrica mucho antes que drenajes y pavimentos que me atrevo a pensar que todavía no existe en algunos lugares. Hank González, entonces Gobernador del Estado de México, reconoció la tesonera e intransigente labor de Odón en algún acto público en Ciudad Nezahualcóyotl, hace 10 o 12 años.

En esta época era secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas Luis Aguilar Palomino. Adolfo López Mateos había nacionalizado la generación y distribución de energía eléctrica y los técnicos sindicalizados del sector eléctrico, experiencia viva y vigente de construcción de plantas generadoras, subestaciones, líneas de transmisión y distribución, peleaban porque como era de justicia, la nueva estructura que debiera tener el sector eléctrico nacionalizado tomara su experiencia

Acumulada en beneficio de técnicos y obreros mexicanos con preparación y no se entregara el futuro desarrollo a contratistas muchas veces inexpertos y algunos peores corruptos. Odón y su amigo de primaria en Madrid, Jacinto Viqueira, amigos y compañeros de toda la vida, fueron auxiliares y consejeros del Sindicato Mexicano de Electricistas para esta batalla. Hay documentos y seguramente grabaciones de las intervenciones de Odón y Jacinto en el salón de actos del SME. Hay una publicación y varios artículos en la Revista Lux de aquellos años.

Después de Jorge Luque, fue gerente de construcción Roland Pohlenz y posteriormente Odón. Sucursales y Agencias Foráneas, edificios de oficinas, sectores de líneas aéreas y de cables subterráneos, subestaciones, líneas de transmisión pequeñas y grandes, redes de distribución, Taller de Estructuras y Taller de Tableros fueron sus visiones y creaciones, muchas de ellas contra voluntades encontradas que tuvo que defender luchando a brazo partido contra el contratismo desleal, ineficiente y corrupto. Organizó y defendió a brazo partido la creación de miles de puestos para obreros mexicanos, jefes de familia, que llevaron bienestar a sus esposas e hijos por medio de salarios justos y trabajo seguro, con prestaciones de por vida que suponían un mejor reparto de la riqueza que entregarla a contratistas que generaban trabajos eventuales e inseguros y que por muy buena voluntad que tuvieran despedían a sus trabajadores una vez terminada la obra, perdiéndose la experiencia del obrero que se diluye en otras actividades para seguir ganando el indispensable sustento, y llevándose el contratista riqueza que sólo quedaba en su bolsa, creando bienestar solo para él, a su familia y algunos anexos que nunca faltan en estos casos.

También la experiencia del contratista tiende a diluirse, en cambio la experiencia del técnico y del obrero del Sector Eléctrico se transmite de generación en generación y no se pierde. Eso buscó Odón durante toda su vida profesional. Uno de sus máximo orgullos es que nunca ganó dinero explotando al prójimo. Fue toda su vida un servidor público y nunca explotó el trabajo de los demás como representante de una empresa capitalista. Es un orgullo que yo siempre compartí con él.

Trabajador de incansable energía y creatividad, Odón nunca estuvo quieto. Siempre tenía un proyecto para mañana, aunque hoy estuviera exhausto. Siempre con pasión. Su entusiasmo contagioso y magnético, su calidad técnica y moral, su eficiencia con resultados que eran motivo de éxito o felicidad, para quienes políticos o consumidores de energía eléctrica, se beneficiaban de ello, traspasaron los límites de las funciones de la Compañía de Luz Fuerza del Centro S.A.

De octubre de 1973 al 30 de noviembre de 1976 fue, por méritos ganados en campaña de 27 años de trabajar en las labores de construcción, subdirector General de Comisión Federal de Electricidad. Por esas fechas Odón reafirmó su amor a México. Una de las condiciones que puso para ejercer su posición como alto funcionario del Gobierno de México fue que el presidente Luis Echeverria lo nacionalizara mexicano. Odón, por derecho propio murió mexicano.

Como subdirector tuvo que compartir y tomar decisiones técnicas tan importantes como cerrar los túneles de desvío del Rio Grijalba, batiendo tiempos en su construcción para terminarlos antes de que llegaran las lluvias que hubiera resultado más difícil, y de ahí poder arrancar la construcción de la increíble cortina de la Presa de Chicoasén, obra que es orgullo de la ingeniería mexicana. A él le tocó torear,

al fin vivió sus primeros 10 años de vida en Sevilla, a contratistas nacionales, japoneses y americanos, no siempre fáciles de entender, y que vendían a México equipos y asesoría tecnológica, para instalar plantas termoeléctricas tan importantes como Tula y Salamanca y para la primera planta nuclear de Laguna Verde que desde esos tiempos inició su construcción todavía a la fecha en proceso. (enero de 1983).

Él fue el creador de la descentralización de la construcción de plantas generadoras de energía eléctrica en México. En Chicoasén tuvo como director de la obra nada menos que al Ing. Manuel Moreno Torres, una institución de la ingeniería mexicana, quien luego substituyó a mi hermano la Subdirección de la CFE y quien también murió en la raya. Laguna Verde también tuvo su director de obras. En esa forma se hace más fácil tomar decisiones trascendentes a pie de obra que dependiendo de instrucciones centralizadas que llegaban a involucrar a la Dirección y Subdirección General, que tenían demasiadas responsabilidades para incluirles esas también.

En un poco más de tres años laboró y viajo por todo México, Estados Unidos y Canadá como responsable técnico total del Sector Eléctrico de México, cumpliendo como el mejor con todas sus responsabilidades. Dio siempre ejemplo de tesonería infatigable. Nunca se rindió. Alguna vez habrá retrocedido, porque sabía de ingeniería y de política y era un administrador nato, habrá retrocedido aguantando presiones que solo su corazón valiente se llevó con, y regresó una y otra vez al ataque en cuanto vio la posibilidad del triunfo de sus ideas o proyectos. Y triunfó. Fue un triunfador hasta el último aliento de su vida. Estos tres últimos años en el Sector Eléctrico fueron su clímax como ingeniero constructor, administrador de hombres, funcionario público y dirigente. ¡Que lo digan tantos competentes ingenieros de construcción y operación de la CFE que convivieron con él en ese tiempo y que aquilataron su calidad técnica y humana y su perseverancia! ¡Que lo diga yo que tengo la misma profesión que mi hermano querido y que a cada rato al ejercerla he encontrado siempre el estimulante reto de su fama y de su señorío!

Acabó el sexenio 1970-76 y dejó la Subdirección de CFE. En diciembre de 1976 ya estaba de tiempo completo en la UNAM, como jefe de la División de Ingeniería Mecánica y Eléctrica de la Facultad de Ingeniería. No miento si digo que entre una y otra actividad, tenía prisa por seguir dejando huella, no pasaron 24 horas.

Hay que decirlo, también Odón se dio tiempo para ser durante toda su vida profesional, maestro universitario. ¡Por si fuera poco también maestro! Se dio tiempo para cumplir sus responsabilidades en el sector eléctrico, en su hogar y en la Facultad de Ingeniería. Deja artículo publicados en la revista de la Facultad y su libro "Tecnología Mecánica e Instalaciones", resumen de su riquísima experiencia de constructor, y que ya ha sido desde su primera edición en 1967 texto para muchos ingenieros ya formados.

Colaboró en la Universidad con la dirección de la escuela, muchos años al alimón con nuestro primo, también Ingeniero civil de prestigio, Oscar de Buen López de Heredia quien tuvo a su cargo la División de Ingeniería Civil y Topográfica hasta hace poco, haciendo cosas nuevas y creando más y más. Nunca tuvo horarios, nunca tuvo peros para seguir cumpliendo con sus responsabilidades y actividades adicionales.

Hace dos meses convivimos como alumnos en un seminario y al mismo tiempo daba sus clases y seminarios especiales, como el que me comentaba muy ufano en que dio dos días seis horas seguidas de clase sin parar. 1983 iba a ser su año sabático, tenía el derecho de descansarlo todo y todavía comentaba que lo estaba pensando, ¡no se sentía a gusto pensando en descansar! ¡No paró hasta que la muerte se lo llevó fulminantemente! Pudo siempre más su mente que su cuerpo hasta el último momento, en que pudo más su cuerpo que su mente.

Nunca Odón, que yo sepa, pudo dedicarse a escribir tantas cosas que pudo escribir.

Seguramente algo se encontrará entre sus múltiples papeles, queridos papeles de que siempre tuvo rodeadas todas sus mesas de trabajo, sus escritorios y mesas adicionales que conseguía para tenerlos más cerca, en su casa y en sus oficinas. Poco pudo escribir un hombre que siempre transmitió calor humano, creatividad y organización.

Hay que escuchar y sentir a sus limos compañeros de trabajo en la Facultad de ingeniería, a su sobrestantes de construcción, algunos hombres rudos que en su velorio lloraron desconsolados abrazándose, aquel obrero que con todo sentimiento me dijo que si él era algo se lo debía a Odón, a sus secretarias, a su hermano adoptivo Enrique López Patiño que estaba inconsolable y no quiso separarse de él hasta que se esfumó en el espacio para con su vapor dar más vida; al Ing. Jesús Yáñez, profesionista de reciente hornada, su alumno y fiel ayudante de los últimos años que no quería creerlo. A todos nosotros, hermanos, cuñadas, sobrinos y amigos y a mí que todavía me resisto a creer que Odón va no está entre los vivos.

Queda tu ejemplo magnífico querido Odón. Queda tu obra querido hermano, esposo, hijo, padre, tío, amigo, jefe y subordinado…Viviste 60 años, burlaste toda inmoralidad y te fuiste conocerte íntimamente y entre aquellos que se contagiaron de tu magnético entusiasmo por la vida. Como tú siempre nos lo dijiste a todos los que cerca de ti estábamos, pesimistas o derrotados, en crisis política-económica, con problemas del trabajo o de la familia:

 ANIMO

Este es mi humilde homenaje, Odón.

México D.F, a 17 de enero de 1983

En aquella época Odón recibió las enseñanzas de quien fue su gran maestro en el trabajo: el ing. Jorge Luque, prodigioso dirigente, hombre implacable que formó a toda una generación de grandes técnicos en la electricidad. Y aprendió a generar, transformar y conducir energía con quien, como él mismo después, hizo de la energía un rito.

El Ing. Luque vivió y murió en el vértigo de la velocidad, pero dejó una escuela que constituye su mejor homenaje: Roland Polenz, Odón, Jacinto Viqueira, Enrique Villanueva y ahora Felipe Curcó.

Sin ellos no se entiende hoy el formidable desarrollo eléctrico del país.

Junto a la actividad en el trabajo, Odón inicio las tareas académicas. Ingresaría como profesor a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. a la que quedaría vinculado hasta el último momento. Después de su jubilación en la Compañía de luz y de los tres en que asumió la enorme responsabilidad de la Subdirección General de la Comisión Federal de Electricidad, apoyando la gestión importante de Arsenio Farell. Se incorporó en forma total a la facultad donde era ahora jete de la División de Ingeniería Eléctrica, en contacto estrecho con su alumno y hasta hace muy poco tiempo director de la facultad, Javier Jiménez Espríu. Las tareas administrativas las alternaría con la docencia y la investigación. Aun corren en el Canal 5 sus grabaciones sobre temas de ingeniería eléctrica que resulta grato ver.

Pero Odón no era solo hombre de trabajo. Imbuido de una profunda angustia social, ejerció una labor definitiva en el Sindicato Mexicano de Electricistas, luchando denodadamente en contra del contratismo. Solo abandonó el sindicato al ser designado director de construcción de la compañía, pero mantuvo con los trabajadores una relación estrecha muchos de ellos acompañaron al final.

De todas sus actividades Odón consideró la de mayor importancia la electrificación de Ciudad Netzahualcóyotl. Allí luchó contra todo e impuso disciplinas que fueron más allá de la que permitía su jerarquía. Era una labor eminentemente social en la que volcó su esfuerzo, su sensibilidad y su inteligencia y su enorme energía.

La personalidad de Odón no se definiría del todo si no señalara su enorme afición por la música y sus grandes dotes de cantante. Era un excelente barítono que estuvo a punto, a no ser la exigente reclamación de nuestro padre, de abandonar la ingeniería por la música y el canto. Pero además, tenía visos de poeta. El romanticismo no le resultaba extraño.
Es curioso. Ahora, al quedar transformado en vapor de agua y en cenizas, Odón vuelve a la naturaleza y puede crear de nuevo energía. Quizá mezclado con el agua de una presa, tal vez paisaje del valle de Cuernavaca que tanto amó. Eso propiciaría un nuevo y permanente encuentro. En realidad. A nosotros y a tantos hermanos menores que ha dejado: amigos, compañeros de trabajo. obreros y alumnos, nos hará falta siempre.